domingo, 6 de febrero de 2011

La muerte: un amanecer de Elisabeth Kübler-Ross


Morir es trasladarse a una casa más bella, “se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como la mariposa abandona su capullo de seda.”
Las experiencias científicas de la doctora Kübler-Ross, permiten confirma que la muerte es un pasaje hacia otra forma de vida. Nos hace comprender que la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento, el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando y continuar el crecimiento espiritual.

Texto de contraportada

Las experiencias científicas de la doctora Kübler-Ross, permiten confirma que la muerte es un pasaje hacia otra forma de vida. Nos hace comprender que la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento, puesto que se trata del inicio de otra existencia, el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo y oyendo, comprendiendo y riendo, y en el que se tiene la posibilidad de continuar el crecimiento espiritual.
Gracias a ella sabemos que una luz brilla al final, y que a medida que nos aproximamos a esa luz, más blanca, de una claridad absoluta, nos sentimos llenos del amor más grande, indescriptible e incondicional que podamos imaginar.

Ediciones: Luciérnaga

Publicado: 01/09/2008

ISBN: 978-84-89957-94-7

EAN: 9788489957947

Páginas: 128 pgs.

P.V.P.: 20,8€


De origen suizo y cuerpo menudo, Elisabeth Kübler-Ross emprendió los estudios de medicina con la esperanza de poder ir a la India como misionera laica, tal y como había hecho Albert Schweitzer yendo a África.

Pero el destino la llevó a Nueva York, dónde empezó a trabajar con enfermos mentales, a pesar de tener pocos conocimientos teóricos de la rama de psiquiatría. A base de escucharlos y de estar con ellos, al cabo de 4 años la mayoría había vuelto ya a emprender una vida autónoma, aceptando sus responsabilidades y sin depender de otros para ello.

Más adelante emprendió su labor como acompañante a enfermos terminales, tanto personas mayores como niños pequeños. Siguiendo el mismo proceso, de escuchar y estar abierta a todo lo que estas personas querían comunicarle, empezó a elaborar un esquema de las fases por las que pasa una persona que se enfrenta a la muerte, o a la pérdida de un ser querido. Dolor, rechazo a la situación, enfado, negociación, aceptación, reconciliación con el proceso... Estos trabajos le valieron el reconocimiento internacional en el incipiente campo de estudio de la tanatología: el proceso de morir.

A entrar en contacto con miembros de la recientemente inaugurada psicología transpersonal, Kübler-Ross pudo vivir una serie de experiencias extracorporales y transcendentes que le validaron y confirmaron que lo que le habían dicho muchos de sus pacientes, acerca de seres y visiones que acontecían justo antes del momento de la muerte, eran algo verídico y que cabía tener en consideración, como uno de las etapas de mayor importancia en este proceso.

A partir de allí sus conferencias se abrieron al objetivo de exponer que, además de la inexcusable importancia del acompañar al enfermo terminal, la posibilidad de la supervivencia de la consciencia después de la muerte era un ámbito de estudio que requería la atención de todos -sobretodo de los anonadados miembros de esta sociedad mecanicista occidental en la que vivimos. El deceso no sólo era un hecho que requería aceptación, sino que además era un proceso que había de ser afrontado sin miedo.

Después de años de un relativo rechazo por parte de la comunidad científica -quizás por ser una 'vocera' del movimiento 'espiritual'-, el reconocimiento llegó en forma de numerosas entregas de títulos honoris causa, concedidos por diversas universidades de todo el globo.

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